jueves, septiembre 24, 2009

Soy misógino, pero, no pendejo...

Ello es resultado, tal vez, de su experiencia en la familia. Generalmente, el padre aplica criterios que no discute con nadie, reprende a su hijo y no lo entiende y es la madre quien tiene la capacidad de crear la armonía en el hogar y coordinar diversos intereses.
La sensibilidad de las mujeres ante los problemas sociales y cotidianos se percibe como un factor que conecta las necesidades de la sociedad con las respuestas políticas. En este sentido, el magistrado electoral sostiene que la mujer ocupa una posición mucho más creadora, atiende a aquello que le interesa, como mejorar su vivienda o mejorar el pavimento de la calle, es decir, la mujer está mucho más ligada a la comunidad.
[Esto es así, porque su lugar privilegiado es cómo ama de casa, ya que, desde ahí puede percibir las fallas del sistema político]” Lo que está en corchetes, debo aclarar, es lo único de mi cosecha.
Los párrafos de arriba, los saque de un ‘ensayo’ o cómo se llame, emitido por el ALTO comisionado de los derechos humanos, en el que se supone se posiciona en un lugar privilegiado a la mujer, en cuestión de la vida política latinoamericana, sin embargo, en una lectura no ingenua, damos cuenta que esos párrafos no son una defensa de la mujer, sino que lo que hacen, es legitimar la supremacía del hombre, desde una postura feminista, ya que uno de los más fuertes argumentos para ejercer el marcado paternalismo latinoamericano, es el hecho de que las mujeres son volubles, y están a completa merced de sus sentimientos, anteponiéndolos sobre todas las cosas. Ya todos conocemos el chiste de la presidenta de USA, con Síndrome Premenstrual.
¿Cómo chingados pueden decir que mis escritos son misóginos, cuando la mujer está siendo atacada por fuego amigo? Bleh… pinche gente pendeja…

viernes, septiembre 18, 2009

La paradójica Mujer Trascendental: ¿Realidad o paternalismo encubierto?

Es evidente que en la actualidad, la idea que tenemos de la identidad cultural de la mujer se ha tornado mucho más compleja, debido a que las relaciones sociales en las que ella se ve inmersa, son mucho más intrincadas de lo que solían ser. Es por lo anterior que se torna menester averiguar desde donde se construye dicha identidad cultural, con objeto de dar cuenta si en verdad se ejerce su Derecho al Desarrollo, o solamente, como suele suceder en un país como el nuestro, en el que el machismo y el autoritarismo son privilegiados, es encubierta con una actitud paternalista y condescendiente. Es por ello que el propósito principal de éste ensayo es averiguar sí el desarrollo de la mujer no se encuentra coartado o determinado por factores externos, como son los paradigmas tradicionales, las costumbres, los Medios de Comunicación Masivos, etcétera. Sabemos que la identidad cultural de la mujer nunca es creada ex nihilo. Debemos partir del supuesto de que en un primer momento en dicha identidad cultural, tienen ingerencia diversos factores: por una parte, la idea que tiene de sí misma. Luego, la idea que tiene de cómo el gran Otro recibe esa idea. Además de las dos premisas anteriores, en la ecuación entra una tercera, que es el bagaje cultural que posee. Cabe mencionar que con todos esos elementos, transforma el mismo entorno en el que se desenvuelve, ya que parafraseando a Heisenberg y su relación de indeterminación: nunca se puede observar un fenómeno sin alterarlo. Y no sólo se aplica a ambientes científicos controlados, sino a cosas más familiares como es la construcción de la identidad cultural de la mujer, que es lo que en éste momento me interesa.
Es del dominio público que las mujeres tienen Derechos Humanos básicos, inherentes. Sin embargo, en la actualidad, el discurso reinante nos dice que ellas son depositarias ya no sólo de esos Derechos Humanos, sino de ‘nuevas’ responsabilidades en tanto su calidad de mujeres, pues se han estado incluyendo de manera significativa en la vida social. Se nos dice que su lugar, el lugar que por tradición ocupaban, ya no se limita a la cocina, a criar una familia, a fregar pisos, etcétera, sino que con la llegada de esas nuevas responsabilidades, el concepto de Mujer cambia. Esto no implica que se cimbre su núcleo sustancial, sino que a éste se le añaden una serie de significados que deben ser cubiertos para continuar con la dignidad de la Mujer. No es ya (sólo) una mujer comprometida con el hogar, y la familia, sino que ahora es eso, y algo más. Las exigencias actuales desbordan el concepto clásico y arcaico de ‘Mujer’. No sólo son las diferencias, sino las similitudes las que son privilegiadas. Lo que vemos es que la mujer, ahora, no sólo debe luchar con las vicisitudes diarias de un hogar, sino que, debe cultivarse y ser independiente (en potencia), ya que sí se encuentra fuera de ese paradigma, está incluso fuera de la idea que se tiene de lo que es la dignidad de la mujer. Eso si, sin descuidar su lugar cómo ‘reina del hogar’, ya que, como dije antes, a su estado de mujer se le añaden nuevos significados. Eso abre un espacio, en el que no sabemos sí ello determina de manera totalitaria la construcción de su identidad cultural, pues esos (nuevos) lugares son a los que debe aludir, con objeto de construirse cómo una mujer completa. Ya no tiene preponderancia su satisfacción en el nivel objetivo, sino que debe satisfacer al gran Otro en el nivel simbólico.
Es claro que el sujeto, la mujer en este caso, o de forma más precisa, su identidad cultural, se construye ya no sólo desde la tradición, sino que la batalla se da en otras trincheras que no eran consideradas antes. Los mandatos simbólicos que la constituyen como mujer son emitidos desde una inmensa y novedosa diversidad de agencias. Sin embargo, no es que ello tenga la preponderancia que tuvieron alguna vez la Razón, la Tradición, sino que forman parte de un todo que le permite (re)constituirse en forma (aparentemente) dinámica. Ella misma afecta, a su vez, a su entorno, pues no es una ‘consumidora’ pasiva, sino que las mismas instancias son estructuradas de acuerdo a muchas de sus respuestas. Ahora, la pregunta: ¿Cómo afecta ésta construcción, que parece dinámica de la identidad cultural de la mujer, en el desarrollo social de la misma? ¿Cómo se vislumbra ella ante ésta ‘nueva’ mujer que pretende ser instaurada, en los procesos significantes que sustancia la ‘mujereidad’?
Estos procesos de inclusión, en los que la mujer pareciera ser ya considerada en los ámbitos sociales como pretendidamente igual, pueden ser vistos, en un primer momento, como positivos. Sin embargo, en su lado perverso, no sólo es la inclusión, sino que muchas veces se pide al individuo que además de cumplir con los parámetros que establece la sociedad, haga efectivo ‘eso’ que le diferencia. No son sólo aceptados por la diferencia, sino por la semejanza. Lo diferente se vuelve un agregado, no lo radicalmente distintivo.
Vemos que los discursos que constituyen a la mujer actual no sólo nos dicen que es madre y ama de casa, sino que va a maratones, tiene una carrera, puede llegar a ser autosuficiente y autónoma. Dan cuenta de que tiene la capacidad de ser independiente, pero se espera que forme una familia y se haga cargo de ella. Puede incluso ser el ‘jefe’ de familia, pero no puede dejar de tener una. Los discursos que le sujetan no son sino paradigmas que parecieran incluirla en el mundo de lo masculino, borrando todo resquicio de diferencia simbólica.
Lo interesante de esto es que pareciera que existir una Mujer ideal y teleológica a la que hay que dirigirse. No es que sea ‘atemporal’, sino que ella sabe más, conoce la falta en la mujer regular. Es por esto que puedo decir que pareciera existir un gran Otro ‘sexuado’, cuyo mensaje simbólico es dirigido en su totalidad a la mujer mundana, por decirle de alguna manera, esa mujer que es ama de casa y (potencialmente) jefe de familia. Con esto observamos que uno de los discursos que más ingerencia y vigor tienen en su construcción, está dirigido a sustentar la predominancia del rol masculino, cómo el proveedor. Lo que se pretende que creamos es que la mujer sólo ocupa (momentáneamente) el lugar del hombre, pero sin trastocarlo, sino simplemente cómo premio a su tenacidad y esfuerzo. Pareciera que el reconocer a la mujer como digna de respeto, no es sino hasta que pierde su identidad, y se encuentra en el campo simbólico que el hombre había copado, con objeto de ser ella misma.
Un caso que ilustra mi hipótesis, lo encontramos de forma inesperada en una de las imágenes de la nueva estrategia publicitaria de la línea de calzado Maximus, creada por El Recreo, en la que vemos a una mujer en extremo delgada, quien se encuentra preocupada por comprar un par de zapatos, ya que si no lo hace ella, alguien más lo hará. Y sí ella no adquiere ese par de zapatos, dejará una parte de sí, en manos de otra mujer quien no es ella. En una aproximación ingenua, ese cartel no es más que eso, una imagen ingeniosa que nos presenta un par de zapatos. Mas, es esa aproximación ingenua la que me interesa, pues estimo que desde los Medios de Comunicación Masivos, es desde donde más mandatos simbólicos se emiten. Para hacer un análisis profundo de lo que conlleva la incidencia de dicha imagen en la construcción de la identidad cultural de la mujer, presento la imagen referida:
Photobucket

Desde aquí podemos entrever, como sugerí antes, una de las más notorias agencias que tienen incidencia en la construcción identitaria de la mujer, no sólo por el hecho de que la encontramos a la vuelta de la esquina, en cualquier revista, e incluso, dentro de la privacidad de nuestros hogares, a un simple clic de distancia, sino porque parece aludir al hecho de que hay una Mujer Ideal, una mujer completa y sin resquicios. Me explico: sí la mujer de la imagen, deja de comprar esos zapatos, ella estará siempre-ya incompleta, ya que, como nos dice el eslogan, esos zapatos no son sólo un par de zapatos, sino que ellos contienen en sí algo más que constituye la mujereidad de la mujer, un resto que no puede ser incluido fuera del campo simbólico, que necesita ser integrado a la red de significantes que componen dicha mujereidad. Es importante también no perder de vista el hecho de que la mujer que vemos en la imagen, no es más que una caricatura, un trazo sobre una hoja de papel, algo que se mueve en dos dimensiones, mientras que los zapatos Maximus son completamente reales, instalados en el ámbito de la tercera dimensión, lo que los hace completamente auténticos. A lo que apunta esto es a que la mujer no podrá ser una Mujer, integrada en lo Real, sino hasta que adquiera los zapatos que le darán consistencia, y la convertirán en un sujeto real.
Es por ello que es importante averiguar si se coarta o no el Derecho al Desarrollo de la mujer. Con lo anterior vemos que desde cierta perspectiva son verdad las posiciones de las feministas radicales, que algunos tildan cómo paranoicas, quienes sugieren que la industria cultural tiene en cierta medida incidencia en la ideología que constituye la identidad cultural de la mujer; la mujer parece estar siendo minimizada por la sociedad de los hombres, considerándolas cómo incapaces de gestionarse eficazmente a sí mismas. Vemos que, paradójicamente, el abanico de ofertas constriñe el desarrollo de la identidad cultural de la mujer, ya que por muchas ofertas que haya, ella debe ceñirse a una de ellas, evitando que sea creativa sobre sí misma, tal y como sugiere Rorty. La cuestión es ver si se les da la oportunidad de generar conductas autónomas, en las que ellas mismas tengan ingerencia, y no sean simplemente que alguien más les impongan valores, rumbos y conductas. Quizás lo medular sea no solo ver a la mujer de frente, sino de lado, por detrás, por encima. Esto es, en todas las facetas que le constituyen como un individuo dotado de razón y dignidad. No solo es mirar al sesgo, sino verla por completo, con objeto de ver sus necesidades reales, y no mirarlas desde la óptica masculina, como se ha venido haciendo.

domingo, septiembre 13, 2009

De graffiti y fantoches...

El otro día llegamos la Blanca y Yo al negocio de la esposa del Christian (Defo), a recoger unas tranzas que me iba a dar… cotorreamos un rato, y ya que casi nos íbamos, llego un batillo con una cámara y un cuaderno y cara de desubicado. Le pregunto al Chris: ¿Defo? Y el Chris contesto: Simona. ¿Otzol? (o algo así). El batillo contesta: simona, y el Chris le dice: El Dyal me dijo que ibas a venir… se pusieron medio a cotorrear entre ellos, y yo no interrumpí ni presté atención, hasta que el batillo dijo: si, es que estoy haciendo mi tesis sobre el graffiti… Y, pos que de volada le pregunto, ya ves que se me da eso de estar chingando a mi madre: ¿De graffiti? Orale… y, ¿En donde estudias? Y el batillo contesta: en el CUAAD… yo le dije: aaaahhh… y siguieron charlando entre ellos, sobre la intención del bato, que según él quería definir el graffiti, categorizarlo y demás… y yo seguí sin interrumpirlos, ya medio desesperados la blanca y yo, porque nos queriamos ir. Fue ahí cuando el batillo dijo: es que nadie en Guadalajara ha hecho algo sobre el graffiti, y lo que les diga, se la creen. Y, pos que le digo con tono de Doña Lucha: ¡Hey! ¡Pero sí hay! ¡En el Col Jal, hay gente que ya toco el tema del graffiti! Y el batillo me dice: Si, de Rogelio Marcial… Y le digo: si, el tipo es buenísimo, y ese es el tema que más domina… y me contesta: si, pero el lo maneja cómo tribus urbanas, nada más… Fue cuando el batillo me quiso apantallar, diciéndome: es más, hasta consulte a un tal Fletes… no recuerdo como se llama… y estoy trabajando con un investigador del Colegio de la Frontera Norte que no sé que, y bla, bla, bla… total que el bato ya no supo ni que, y me enfado… yo le puntualice que los trabajos de Rogelio eran muy completos, y el dijo que no, que su asesor le había dicho que con que él hiciera categorías del graffiti, era suficiente. So, lo mandé al carajo, no sin antes decirle: pues, ahí le dices al Chris donde puedo echarle una ojeada a tu tesis… la neta no quise ni preguntarle que bases teóricas manejaría, porque si me sale con que Cuauhtemoc Sánchez o algo así, le meto un chingazo… bleh…

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